Que no cunda el pánico

El presidente del gobierno anuncia conferencia de prensa. Cunde el pánico en los altos despachos del PP. El puto virus le va a dar al gobierno un protagonismo absoluto y, como lo haga bien, una absoluta mayoría de votos en las próximas elecciones. Hay que contrarrestar sacando a Casado inmediatamente después para que la audiencia  olvide la cara y las palabras de Sánchez y se quede con la cara y las palabras de Casado y acabe atribuyéndole a la oposición las decisiones salvadoras del gobierno y al gobierno los fallos que la oposición destaque. Total, la gente no se entera de nada y lo confunde todo.

Sale el presidente del gobierno en pantalla. Los altos cargos y asesores de comunicación del PP dirigen toda su atención hacia sus palabras y sus gestos tomando nota hasta de sus suspiros para encontrar algún flanco débil por el que entrar al ataque. Termina el presidente su comunicación a los ciudadanos. Nada que objetar. Cunde el pánico, pero que no cunda. Alguien les recuerda que tienen un recurso infalible. Todo lo que el presidente dice que se ha hecho y todo lo que dice que se va a hacer lo hizo y lo hará tarde. Esa es la consigna que hay que meter en los cerebros de la masa. Sánchez y su gobierno tardaron tanto en reaccionar que al virus le dio tiempo a llegar de la China y a infectar a todos los españoles sin que el gobierno hiciera nada por detenerle. Si no nos morimos todos será porque Casado le está diciendo al gobierno lo que tiene que hacer.

¿No será algo exagerado el mensaje?, dice alguno con un ápice de sensatez. Otros más pragmáticos y experimentados le responden que qué va. La mayoría no calibra. Los españoles del montón son como los animales de granja que se tragan todo lo que les echen. Casado puede eclipsar al presidente y relegar el anuncio de sus medidas al olvido en un pispás. Los pragmáticos defienden su optimismo recordando la reacción eufórica de empresarios y financieros cuando Casado anunció sus medidas económicas para acabar con el virus: bajada general de impuestos y subida de ayudas y subvenciones a los motores económicos del país; o sea, política liberal a saco.  ¿Quién recuerda las medidas epidemiológicas que anunció el gobierno? Háblale a la gente de dinero y todo el mundo lo entiende y te hace caso. Háblale de ciencias y cambian de canal. Los listos que piensen que los virus se eliminan con vacunas  y no con cuentas de resultados pertenecen a la minoría insignificante que piensa. En la mayoría que no se toma la molestia de pensar, hará mella la acusación de Casado de que Sánchez aborda la situación ignorando la política y parapetándose en la ciencia. Éxito garantizado.

Los asesores dan a Casado las últimas instrucciones antes de salir a escena. Sobre todo, que no se olvide de la parte donde tiene que hablar de lealtad, de solidaridad, de unidad contra el virus para dar la imagen de hombre de estado. Casado se concentra, repasa mentalmente su papel y sale ante el público de periodistas. De Goya, le dicen los pelotas cuando termina. Entre su expresividad y simpatía  y la aburrida seriedad de Sánchez no hay color. Además, l ha dado algo de morbo a los periodistas para aliñar su información. Todo lo que va a hacer el gobierno tenía que haberlo hecho antes. La crítica a la tardanza de Sánchez volverá a poner en movimiento la noria de los opinantes para que puedan llenar los programas dando vueltas y vueltas y más vueltas a la tardanza porque si se hubiera suspendido la manifestación del 8 de marzo, las fallas de Valencia, la Liga, la Champions, la Fórmula, el Congreso de Vox; si se hubieran cerrado bares y restaurantes y teatros y cines en cuanto el virus empezó a matar en la China, no estarían ahora temblando los españoles , con las manos bajo el grifo a todas horas y las despensas atiborradas de papel higiénico. Los opinantes de prensa de papel y online, de radio y televisión se lo van a agradecer con creces repitiendo el sí, pero demasiado tarde. En menos de un día, no habrá en la mente de los españoles otra certeza que la certeza cierta de que estamos todos confinados temiendo al contagio y a la muerte porque el gobierno no hizo nada cuando lo tenía que hacer.

Entendido perfectamente el mensaje, todos los cargos y carguitos de todos los partidos de  la oposición se pusieron a repetirlo en todos los medios que les daban bola. Los que por su irrelevancia no merecían la atención de cámaras y alcachofas, aprovecharon la voz que dan las redes. Hasta el pobre Rivera soltó en Twitter su mensaje “institucional” contra el gobierno. Sin bares, sin restaurantes, sin discotecas, sin sitio alguno donde el español pueda ir a olvidarse de sus preocupaciones, de sus desgracias  y de sus miserias,  la oposición de todos los partidos demuestra, al menos,  su solidaridad con la masa que se muere de aburrimiento ofreciendo morbo político.

Es el aburrimiento el que está matando mucho más de lo que el coronavirus pueda llegar a matar en todas las latitudes de este triste mundo. De pronto amanece un día tras otro sin nada que hacer y el hombre, macho o hembra, se encuentra en su casa condenado a convivir sin tregua  consigo mismo y con sus familias. De pronto, ese hombre, macho o hembra,  se da cuenta de que aquel o aquella joven que un día le alteró las hormonas causándole la locura transitoria del enamoramiento, se ha convertido en una de tantas mujeres maduras, en uno de tantos hombres maduros que en la calle no le moverían a volverse para mirarlos. Ese hombre, macho o hembra, parecía interesante, tal vez divertido. Ahora resulta que después de que todo está dicho y hecho, descubres que no tenéis nada de qué hablar fuera de los aburridos asuntos cotidianos de siempre. Descubres que, si pudieras volver atrás, no se te hubiera ocurrido casarte con esa persona, y descubres, te descubres, tal vez, preguntándote porqué te casaste con una persona así. Si esto ocurre, tampoco es demasiado grave. Hay divorcio. Dicen que en China los divorcios se han disparado por culpa del confinamiento. ¿Qué pasará al respecto ahora que la mayoría de los europeos también estamos confinados? Pasará, seguramente, que los abogados matrimonialistas harán  su agosto como no ha podido hacerlo la hostelería.  En una epidemia grave, como en las crisis económicas, pierden muchos y algunos ganan por todos.

Lo peor no es que una pareja se rompa. Eso de que el amor es eterno ya le suena a cursilada decimonónica hasta a los jóvenes, tan románticos ellos en otros tiempos. Lo peor puede llegar cuando la relación con los hijos te obligue a entrar en el  cuarto más oscuro y apestoso de la mente cuya puerta muy pocos se atreven a abrir. Ese joven adolescente, o madurillo que aún vive en la casa familiar, con el que tenías discusiones  más o menos frecuentes que no llegaban a mucho porque el hijo, macho o hembra, se largaba para huir del temporal o te largabas tú para no arremolinar más el asunto; ese joven, macho o hembra,  de repente se revela estúpido, egoísta, insolidario, carente de valores morales, carente de valores humanos. Ni él o ella, ni tú, podéis huir entonces de la imagen descarnada de un ser primitivo disfrazado de modernidad por la ropa y el vocabulario; de una mente con una ligera patina de inteligencia que le ha dado una carrera, tal vez hasta con máster. Pero ni siquiera eso es lo peor. Lo peor es que, si a oscuras e insomne, te pones a pensar sobre el asunto en tu habitación, de repente te des cuenta de que ese ser primitivo que es tu hijo o tu hija adolece de la estupidez, el egoísmo, la insolidaridad, la carencia de valores morales y humanos que le inculcaste tú, que le has inculcado tú de palabra o con el ejemplo.

Hoy, tras morbosos programas especiales que intentan entretenernos con todos los detalles sobre la pandemia que pretende desahuciar a toda la humanidad, los medios ofrecen otros programas especiales sobre películas y series. Quien no soporte sacar provecho del tiempo libre y confinado para zambullirse en las profundidades de su mente o hacer un repaso racional a lo que ha sido su vida, ya sabe cómo sacarle provecho a su confinamiento: despatarrarse ante una pantalla y ponerse a teclear o a zapear. Total, somos gente tecnológicamente moderna que sabe cómo vencer el aburrimiento, el miedo o lo que haga falta. Total, lo importante no es lo que pase a quien sea, aquí o allá. Lo importante es que no cunda el pánico, por lo que pueda pasar.       

Publicado por MARIA MIR-ROCAFORT - WEB

Bloguera. Columnista

Un comentario en “Que no cunda el pánico

  1. Que no panda el cúnico, decíamos hace muchos años, solo lo entenderán los que empiecen a peinar canas.
    Magnífico repaso por el consciente y el subconsciente de todos en general y de unos pocos en particular.
    Cuando nos enfrentamos a nuestra soledad, sea por el confinamiento contra la pandemia, por enfermedad o porque queremos estar solos, los fantasmas que todos llevamos en nuestro armario del alma, se pasean sin control por nuestra mente recordándonos lo que éramos, lo que quisimos ser y lo que somos.
    Pocas personas están acostumbradas a mirar dentro de ese armario, la vorágine del día a día, de las alegrías y las penas que a todos nos alcanzan, nos inmunizan contra esos fantasmas de los que hablo.
    Pensar no es tan sencillo como pudiera parecer, requiere de una costumbre adquirida con el paso de los años, por lo que los que nunca han tenido tiempo de hacerlo, o simplemente no les ha dado la gana de hacerlo, al encontrarse en esta situación de confinamiento se dan de bruces con aspectos de su vida que desconocían.
    Para que nadie se haga daño pensando, recomiendo que empiecen poco a poco, pueden hacerlo reflexionando cómo harían ellos si fuesen presidentes de gobierno, qué medidas tomarían, cuando lo habrían hecho y que es lo que a su entender está haciendo mal el gobierno.
    En este simple ejercicio seguramente les sorprenda darse cuenta de que una cosa son las conversaciones de barra de bar, y otra muy distinta el sentirse el único responsable de todo este tinglado.
    Quizás, y solo digo quizás, empiecen a entrever lo injusta y mendaz que está siendo la oposición a Pedro Sánchez.
    Quizás, y solo diga quizás, entienda que poner banderas a media asta, levantar un monumento y hacer un Tedeum, poco o nada tienen que ver con resolver la infinidad de medidas que hay que tomar contra el coronavirus.
    Quizás, y solo digo quizás, empiecen a entrever que las críticas exacerbadas de los «todólogos» que imparten lecciones de todo desde las editoriales de periódicos, emisoras de radio y «tontulias» televisivas, lo único que buscan, lo único que les preocupa, es arrimar el ascua a la sardina de sus intereses políticos o económicos.
    Háganse un favor, piensen, no duele y es altamente recomendado por profesionales de la salud mental.

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